miércoles, noviembre 07, 2007

Archivística, Bibliografía, Bibliotecología y Ciencia de la información por primera vez en Cuba

La formación de las disciplinas en Cuba ha estado condicionada de condiciones no sólo sociales y económicas sino también culturales y políticas. Con algunos años de diferencia en la misma forma en que se ha manifestado los fenómenos informativos a nivel internacional, en Cuba su aparición ha llegado bajo similares circunstancias en períodos diferentes por las especificidades históricas de la nación.

La bibliotecología constituye la primera disciplina reconocida. Desde el surgimiento de las publicaciones dedicadas a la especialidad, la bibliotecología existía en Cuba. Ya se contaba entonces con un grupo de profesionales dedicados a incursionar por los problemas de la misma. Los primeros intentos de formación profesional en esta rama demuestran la preocupación disciplinaria. Si nos detenemos en la propia Biblioteca Nacional, ejemplo paradigmático de la bibliotecología cubana, desde 1901 hasta 1917 no hubo clasificación por lo que la organización de los fondos constituía un mecanismo arbitrario. A partir de 1918 Luz Marino Pérez ordena la colección por materias y en 1920 Francisco Coronado crea un sistema de clasificación racional para clasificar las obras. En 1938 José Antonio Ramos suprime el método racional y lo sustituye por el Decimal Universal con modificaciones personales. Desde 1948 hasta 1958 la catalogación y clasificación se realizaba en proporciones limitadas pero por falta de recursos técnicos y por el pésimo estado de la institución. (SETIÉN QUESADA, 1977) Con la aparición de las publicaciones especializadas, en 1949 Berta Becerra publica su artículo “Nuestra ciencia” donde a partir de un análisis detallado del conjunto de conocimiento que debe tener un bibliotecario a lo que le denomina Enciclopedia, detalla el alcance de la Bibliología y la Bibliotecología como disciplinas científicas. Constituye este uno de los primeros aportes teóricos cubanos a la bibliotecología como disciplina auténtica.(BECERRA DE LEÓN, 1949)

La archivística mantiene una manifestación disciplinar similar. Después de ser trasladado el Archivo Nacional en varias ocasiones y de sufrir los más terribles tratos los fondos documentales que dicha institución atesora, fue a partir de la primera mitad del siglo XX que se puede comenzar a hablar de archivística en Cuba en el momento en que Joaquín Llaverías, “el más ilustre de los archiveros de la época Republicana” asume la dirección de la institución, en 1912. La actividad editorial de la misma se inicia en 1902 con la publicación del Boletín de los Archivos de la Isla de Cuba. El boletín tenía como objetivo reproducir las colecciones del propio archivo y datos curiosos. Es a partir de 1911 que surge la sección Revistas de Archivo donde se reseñaba problemas de la actividad archivística aparecidos en el extranjero y la sección Bibliográficas, con información de publicaciones nacionales y extranjeras de interés histórico y archivístico. (“Archivo Nacional de Cuba”, 2000)

Al tomar posesión del cargo Joaquín Llaverías, se inicia una actividad archivística muy diferente a la que se había mantenido hasta el momento. Entrando como director, aplica los acuerdos del primer Congreso de Archiveros y Bibliotecarios celebrado en Bruselas de 1912. Dada la situación del inmueble, logra bajo circunstancias favorables, como la del centenario de la institución el mismo 28 de enero, natalicio del apóstol, que el gobierno se sensibilice y se inicie la construcción del nuevo edificio, siendo este el primer inmueble construido en Cuba para el almacenamiento de la papelería.

La bibliografía, sin embargo, no corre la misma suerte. A pesar de ser una actividad antigua, no se puede hablar de disciplina científica en Cuba hasta los cambios sustanciales que se dan con la Revolución. La etapa bibliográfica en los fenómenos informativos se mantuvo durante un período prolongado de tiempo desde finales del XVIII, afianzándose durante todo el siglo XIX. Existieron bibliógrafos como Bachiller y Morales y Carlos Manuel Trelles, pero el trabajo desplegado por ellos de forma independiente no logra un consenso teórico que permita hablar de aparición de la disciplina.

El inicio de una nueva etapa en la actividad bibliográfica ocurre con los cambios producidos en la Biblioteca Nacional, a partir de la nueva estructura de María Teresa Freyre de Andrade. Es donde se comienza la obra monumental de la compilación de la Bibliografía Nacional, sumando las lagunas de los años sin compilar por Trelles. Todo esto representó un impulso grandísimo que modificó la estructura empírica de la bibliografía. A esto se le sumó el Índice analítico de publicaciones periódicas, igualmente obra representativa en la bibliografía cubana. El trabajo que le continúa en corto tiempo es distintivo, surgiendo un grupo de bibliógrafos cubanos que dieron un vuelco total a lo que prácticamente se venía realizando, entre ellos: Cleva Solís, Feliciano Menocal, Elena Giraldes, Miguelina Ponte, Araceli García Carranza, Josefina García Carranza, Tomás Fernández Robayna, Gladys García Otamendi, María del Carmen Drop, Hilda Miranda, entre otros Se crearon nuevas estructuras, se construyeron normas bibliográficas, se aplicó la computación en la creación de repertorios de todo tipo y se iniciaron los estudios bibliométricos que permitieron a partir de estudios cuantitativos, resultados cualitativos de comportamiento de grandes flujos documentales. Fue en estos momentos en que la bibliografía delimita sus fronteras y desarrolla su cuerpo teórico conjuntamente con técnicas propias.

La ciencia de la información es la última disciplina reconocida y aparece en iguales momentos que se consolida la bibliografía, después del 59. En Cuba se manifiesta como la informática soviética, no se habla de ciencia de la información hasta años después. La informática germina a partir de los cambios sustanciales que se dan relacionados con la ciencia cubana y la creación del Instituto de Documentación e Información Científico Técnica en la década de los 60. En la Biblioteca Nacional se desarrolla igualmente, todo un movimiento relacionado con la actividad científico informativa, así surge el departamento metódico, dedicado a la compilación de bibliografías científico-técnica, más adelante se crea la sala de ciencia y técnica con un fondo especializado de las ciencias universales, exceptuando la medicina. Ambos funcionaron un tiempo simultáneamente con la Biblioteca de Ciencia y Técnica del IDICT. Como ejemplo de su evolución, surge la publicación que representará la disciplina primeramente con el nombre de Actualidades de la Documentación y después como Actualidades de la Información Científico Técnica, hoy lleva el nombre de Ciencia de la Información. Por otra parte, la revista de corte bibliotecológico, fundada por María Teresa Freyre de Andrade en el año 63 titulada Bibliotecas, igualmente en similar período, finales de los 60 y principios de los 70 comienza a difundir entre sus artículos, temáticas relacionados con la actividad científico informativa en las bibliotecas.

Bibliografía

1. "Archivo Nacional de Cuba". La Habana, 2000. CD-ROM. CITMATEL.

2. BECERRA DE LEÓN, BERTA. "Nuestra ciencia." Boletín de la Asociación Cubana de Bibliotecarios 1.1 (1949): 9-18.

3. SETIÉN QUESADA, EMILIO. "El desarrollo de la Biblioteca Nacional durante 75 años y su influencia en el movimiento bibliotecario del país." Revista de la Biblioteca Nacional José Martí 19.1 (1977): 59-91.