martes, junio 06, 2006

La revelación dos

Como toda bibliotecaria ahora me leo un libro, su autor James Redfield y su título La novena Revelación. A pesar de su carácter idealista con algo de aventura, el libro intenta demostrar en varias concepciones, ciertos vínculos que tenemos y que nos permite predeterminar el futuro, todo esto a partir del contenido de un manuscrito encontrado en Perú y que sus secretos cambiarán el mundo.

La primera revelación que comentan del famoso manuscrito, se refiere a coincidencias que indican que algo participa inevitablemente sin poderlo reconocer, esas extrañas "circunstancias misteriosas que cambian nuestras vidas". Cuántas veces no hemos estado en algún lugar y nos parece que algunas vez estuvimos, que no es conocido, sin tener explicación exacta de lo que está ocurriendo. La segunda, vincula el antecedente histórico para estudiar la conciencia. Lo importante, plantea uno de sus personajes, no es enseñar la historia exclusivamente en los logros tecnológicos de la civilización y los grandes hombres que la realizan sino la "visión del mundo de cada período histórico, qué pensaba y sentía la gente", no se trata de la evolución de la tecnología sino de la evolución del pensamiento.

En este punto me detuve porque no se puede llegar hacer historia del bibliotecario cubano sin incluir en la misma el pensamiento nacional de las diversas épocas, influenciado indiscutiblemente con el desarrollo social, económico y/o "tecnológico" como lo han denominado anteriormente. Y es que Cuba, como toda nación, tiene un pensamiento que se ha gestado bajo su evolución histórica inmersa en conflictos sociales y matizados por la economía.

No es de mi interés comentar el desarrollo del pensamiento cubano pero si vincularlo con hechos que marcaron con posterioridad la formación del bibliotecario y es que si el siglo XIX para el universo bibliotecológico cubano fue de formación de bibliotecas, como comenté en el apartado anterior, constituye ese siglo el espacio donde se gestan las guerras independentistas y donde se la economía americana absorbe el comercio casi total de la isla.

Las ideas anexionistas que se consolidan en la figura de Tomas Jefferson y que fortalecieron la política de los Estados Unidos de apoderarse de la isla, se iniciaron desde principios de siglo y no pararon hasta el duelo a muerte en 1898 de Montojo y Cervera en la bahía de Manila y Santiago de Cuba.

España pasa a un plano completamente secundario en el mercado de Cuba. En 1829, el 39% del total de las importaciones cubanas son americanas y el 26% son de España. En 1860 Estados Unidos absorbe el 62 % de las exportaciones cubanas, Gran Bretaña adquiere el 22% y España el 3%. Son disímiles y contundentes los datos que nos manifiestan el auge comercial entre ambos países. Por ejemplo, en 1832 la Habana era una ciudad mayor que Boston y Baltimore y su población casi se igualaba con la de New York y Filadelfia. Existía la Junta de Fomento que sustituyó al Real Consulado de Agricultura y Comercio y que entre sus iniciativas a favor del comercio incluyó la creación del ferrocarril, planeado desde 1832 e instaurado en 1837, el primero en Latinoamérica.

Durante las guerras las relaciones comerciales se profundizaron. En 1881, el cónsul norteamericano en Cuba ya es capaz de afirmar en su informe consular: “Comercialmente, Cuba se ha convertido en una dependencia de los Estados Unidos, aunque políticamente continúa dependiendo de España”. En 1884, Estados Unidos absorbía el 85% de la producción total de Cuba.

El 7 de diciembre de 1896, el día en que cae en combate Antonio Maceo., el ministro de Asuntos extranjeros del gobierno de Estados Unidos, Mr. Olney calculaba que en ese momento, las inversiones norteamericanas ascendían a 50 millones de dólares. Por su parte Scout Nearing y Joseph Freeman en su libro “La Diplomacia del dólar”, comentan que de 50 millones en 1898 se elevaron a 141 millones en 1909 y luego a 1250 millones en la década del 20. Es en estas circunstacias que se llega al siglo XX en total dependencia económica y con una infraestructura de bibliotecas construidas con trabajos mayormente de organización informativa, de preocupaciones por los espacios y de controles bibliográficos.

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